lunes, 17 de octubre de 2016

La luz trasmisora y reflectante de los nietos de la libertad. La Casa de Juntas de Gernika sirvió días atrás como escenario para recordar la creación del Primer Gobierno Provisional de Euskadi del 7 de octubre de 1936. Iñaki Andrés tomó imágenes de unos dantzaris durante el acto que allí se celebró. Le llamó la atención, más que cualquier otro detalle, los rostros de los y las dantzaris. "Su orgullo", comunica. La equilibrada composición invita a una 'visita guiada' por sus faces. La luz no recala en los protagonistas, se acaba proyectando, reflectando, al espectador con el objeto de trasmitir, verbo perfecto donde los haya. Buscando además ser espejo de emociones de quienes son hoy los nietos de las libertades. Por ello, el autor dejó por un momento de centrarse en los protagonistas del acto oficial, esto es, en los cinco lehendakaris vivos, para desviar su atención sobre el grupo de baile. Hizo pocas tomas. Sobran a quien sabe qué dispara y qué tiene ya 'capturado'. A un fotógrafo con bagaje no le hacen falta más, pero rebobinemos... El 7 de octubre, 80 años de aquel Gobierno surgido de la urgencia ante un bando fascista que tras un golde de Estado militar hizo estallar por los aires una incivil guerra. Ametrallaba el año 36, en el penal, los fascistas le obligaron al hoy portugalujo José Moreno a defecar y comer en el mismo plato metálico. En la prisión, Sebastián Mendívil sobrevivió a la sed chupando el agua de los tornillos roñados por los que se ‘fugaba’ el líquido vital, el de las tuberías de la calefacción que solo funcionó años antes cuando el solar fue fábrica de sedas. El tuétano se alió con el republicano para no morir hasta pasada la muerte de Franco. En una capilla, Eugenio Mesón, antes de ser fusilado por las balas del odio totalitarista pidió por escrito a su mujer: “Cuando llegues, aunque esté frío dame un beso”. En la prisión de mujeres de Amorebieta, a Marina García le apartaron de los pechos de su madre, una maestra alicantina apresada sin metáforas por un hermano de los poetas Machado. La hija no le olvidó y gracias a una familia que le acogió en su ‘seno’ subía al alto de Saturraran a ver cómo las monjas de –todo menos de- la Caridad le empujaban a bañarse en el mar, incluso en gélidos días de invierno. Se hace camino al andar “y al sobrevivir”, agregó la pequeña. Ante la Guardia Civil, Marcelo Usabiaga ensayó durante horas: “A solas en una celda, apoyaba la espalda contra la pared, erguido, y recreé el trance… Temía desmoronarme, doblegarme, hundirme: ¡lo temía más que a la muerte!” En la cárcel, Félix Padín tardó en abrazar el sueño tratando de entender la mente siniestra de aquel fascista del general Mola. “¿Qué puedes esperar de él, que llegó a hacer pública la frase: Yo veo a mi padre en las filas republicanas y lo fusilo?” En el penal, en la prisión, en la cárcel, en definitiva, en los almacenes de humanos… la vida seguía adelante con monedas sueltas de quizás, pero con billetes de lo más seguro es que no. Texto: Iban Gorriti. Foto; Iñaki Andrés